Las sierras
bajas suelen ser el hábitat natural de las cabras autóctonas donde aprovechan
los pastizales espontáneos y el monte bajo. Las cabras se crían principalmente
para el aprovechamiento de su producción lechera y esa leche, densa y floral,
se transforma en distintos y espléndidos quesos.
En
Extremadura se pueden distinguir varios tipos de quesos de cabra, cuyas
diferencias vienen marcadas por su carácter artesanal, lo que define sus
texturas, aromas y sabores. El queso de cabra suele ser compacto, sin ojos en
su interior y su color es blanquecino. Se elaboran con leche de cabra recién
ordeñada, son quesos austeros y francos.
De todos los
quesos extremeños de cabra los más reconocidos son los de la Sierra de los
Ibores, protegidos hoy por una Denominación de calidad que garantiza su
fiabilidad y comercialización. El queso de cabra se ha incorporado a la cocina
extremeña, conjugándolo en numerosas recetas tanto de ensaladas como de
acompañamiento de nuestras carnes de la dehesa.
Su ruta
gastronómica está muy influenciada por la cocina del Monasterio de Guadalupe,
cuyos fogones representaron toda una filosofía en la zona de comer y cocinar de
los siglos XV y XVI, que tendrá luego una repercusión importantísima en la
cocina de creación, hoy en dia el monasterio forma parte de Paradores, que lo
restauraron manteniendo su estructura y aprovecharon su edificio con una situación
excepcional junto a la catedral y la plaza.
Es interesante ver los dos programas de tve de Un país para comérselo sobre Extremadura
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